Aquella noche salí a dar un paseo yo solo. Deambulé por las calles de Madrid hasta que mis pasos desembocaron en la Puerta del Sol y me senté en la fuente circular que allí se encuentra. Al poco vi como se acercaba una chica, y se sentó justamente en el hueco de mi lado.
-No pareces de por aquí – la pregunté al ratito.
Ella me miró y sonrió. Es curioso como con algunas personas sucede que instantáneamente te sientes como en casa. Casi como si estuvieras hablando con una parte de ti mismo metida en otro cuerpo. Como si la vida fuera muy fácil y suave, fluida.

-No soy de por aquí, tienes razón – me dijo con una mirada curiosa y divertida. Hizo un pequeño silencio, y por su expresión me pareció que tomaba una decisión.
-Si te digo la verdad, soy de otro mundo. Cada 1.000 años se abre una puerta entre tu realidad y la mía, dura solo unas horas… cuando amanezca, el Portal se cerrará y tendré que marcharme.
Mi cerebro me decía que debía asustarme, pero no sé por qué instantáneamente la creí. Algo en ella me inspiraba confianza y en realidad lo que sentía era paz y curiosidad.
-¿De qué clase de mundo vienes? – pregunté.
-Soy una Elfa… Y si no me equivoco tú eres un Humano, ¿verdad?
Asentí con la cabeza en silencio.
-Mi Pueblo solo os conoce a través de Leyendas – me dijo – Y en una de ellas se habla del Portal… sinceramente, siempre creí que Alderf solo quería meter pájaros en mi cabeza cuando me contaba que su abuelo conoció a alguien que había atravesado el Portal, pero nunca creí que fuera real.

La chica parecía fascinada con el espectáculo de luz y colores que en plena noche de verano nos brindaba la conocida Plaza de Madrid en la que nos encontrábamos.
-Este lugar se llama La Puerta del Sol – la expliqué – Quizá al final de todo su nombre posea un sentido oculto y quien se lo puso realmente conocía este pasaje entre nuestros 2 mundos.
Ella asintió. Y después de un ratito continuó hablando.
-¿Sabes? Nosotros somos inmortales… y por primera vez en mis 3.000 años de vida siento una limitación en mi tiempo parecida a lo que vosotros llamáis Muerte. Con el amanecer acabará la aventura que en este mundo se me ha concedido y tendré que volver a mi realidad de nuevo… así que vivamos este presente ahora que aun lo tenemos aquí – propuso.
-De acuerdo – la respondí – ¿Qué quieres hacer?
-Llévame a conocer tu Reino – dijo sin vacilar.
Me reí con una carcajada y ella me acompañó con la suya… era divertido como hablaba.
-¿Una Elfa y un Humano explorando juntos la noche madrileña? Qué diablos, ¡por qué no! – me dije.

Nos levantamos y comenzamos a caminar.
-¿Qué nombre te pusieron cuando contemplaste tu primer Sol? – me preguntó mientras saboreaba encantada un helado de 3 bolas que acababa de comprarle.
-Miguel, ¿Y a ti?
-Wental.
-Dime una cosa, que tengo curiosidad Wental… ¿cómo es ser inmortal?
-Pues tienes una sensación de seguridad todo el tiempo. Le das mucha importancia a aprender, es increíble lo que puedes llegar a conocer y dominar con tiempo. Pero eso no significa que nada importe. Al final acabas haciendo las cosas según la voz de tu propio sentido de la armonía, y eso es lo que hace que algo tenga valor en un mundo en el que nada muere. También irremediablemente aprendes a ser paciente, ya que casi todo acaba sucediendo con tiempo.
Hizo una pausa pensativa.
-Pero a veces creo que tenemos demasiada tranquilidad, ¿sabes? Como un mar en calma sin olas. Una cosa que me gusta de vosotros los Mortales es la pasión de vuestras emociones. Vivís intensamente, y ya sé que eso tiene también sus complicaciones… Sin embargo una vida finita, pero con sentido, puede estar mejor que los insulsos 5.000 años de algunos Elfos que conozco. A veces cuando me relaciono con la gente de mi pueblo creo que de tanta estabilidad voy a acabar petrificada… y esta noche, aquí en tu mundo, ¡de repente me siento más viva que nunca!
-Tú no pareces una Elfa en eso Wental. Yo noto perfectamente como sientes tus emociones… transmites ilusión, entusiasmo, curiosidad, alegría y sensibilidad… quizá eso es lo que te ha traído hasta aquí – dije mientras cavilaba en alto – Quizá ese Portal te ha elegido a ti porque tienes un corazón que vibra en una frecuencia parecida a la de un humano. Yo desde luego reconozco tus latidos… son diferentes, tienes algo que no había visto nunca, pero también son sorprendentemente familiares proviniendo de un Ser como tú. Mira, escucha esto dije sacando mi teléfono móvil del bolsillo…
Nos sentamos en un banco un momento mientras buscaba la canción de “Corazón partío” de Alejandro Sanz, y nos pusimos un auricular cada uno para escucharla juntos.

Wental movía los pies y bailaba sentada mientras escuchaba el tema. Después me contempló unos segundos en silencio.
-En mi mundo también hacemos música y cantamos, pero no existe nada como esto. Creo que este sonido ha movilizado un lugar de mi Alma Trascendental que nunca había sentido antes. El Humano que ha compuesto esta música debe de ser un Interviniente… un Ser con un pie en cada dimensión y que, nace en una de ellas, pero siempre está conectado con la otra. En mi pueblo se habla de algunos que han nacido con ese Don, e imagino que en tuyo los habrá también…
Me hizo gracia imaginarme a Alejandro Sanz a través de la descripción que Wental acababa de proporcionar. Sin embargo concluí que eso explicaría su enorme talento y la grandeza de su música, así como la de muchos otros artistas que crean Magia…
Miré a Wental y de repente vi como en su hombro derecho aparecía un tatuaje de la nada. La Inmortal vió como cambiaba mi expresión al verlo, y dirigió la mirada a su vez hacia donde apuntaba la mía.
-¡Por las barbas de Rostaroth… el Dragón de Plenitud! Hacía un milenio que no aparecía – dijo Wental.

La chica contempló mi cara de asombro y se rió, pero después procedió a explicármelo con amabilidad:
-Cada Elfo tiene un Animal Protector grabado en su interior, que solo se muestra en su nacimiento y cuando el Éter de su Alma Inmortal se llena completamente, lo cual no sucede muy a menudo. De hecho, en mi caso ¡solo había aparecido anteriormente en 2 ocasiones a lo largo de 3.000 años! Y también dicen que es un signo de buen augurio Miguel.
Entonces Wental se levantó del banco, me cogió la mano y tiró de mí hacia arriba con suavidad.
-¡Venga, enséñame más cosas de tu mundo! – me dijo con una sonrisa.
-¡Hecho! – la contesté.
Así que después de pasearla por la Plaza de Oriente la llevé a una terraza a tomar unos mojitos, y luego nos fuimos a bailar. Después de un buen rato moviendo el esqueleto se me ocurrió una idea.

-¿Quieres ver las estrellas fugaces? Hoy hay lluvia de estrellas… – la propuse.
-¡Claro, llévame!
En ese momento nos encontrábamos por la zona de Cuatro Caminos. Así que la conduje hasta el parque de la Dehesa de la Villa, y allí nos tumbamos en el césped a contemplar el cielo nocturno.
– Hoy es 12 de Agosto Wental, todos los años por esta época la Tierra pasa por un campo de asteroides y se ven estrellas fugaces en el cielo – la informé.
Permanecimos un rato sin hablar contemplando el infinito.
-¡La has visto! – dijimos los 2 casi al unísono al ver la primera estrella fugaz.
-¿Sabes Wental? Algunos Humanos hacen una especie de juego que consiste en que cuando ves una estrella fugaz pides un deseo. Yo la verdad es que no creo en ese tipo de cosas, pero teniéndote aquí a mi lado esta noche me parece casi de obligado cumplimiento y bonito que pidiéramos uno… ¿qué te parece?
-Me encanta la idea Miguel – dijo mientras me otorgaba una sonrisa Élfica que me deslumbró y se coló dentro de mí.
-Pues entonces cierra los ojos y concéntrate en un deseo, pero no me digas cual es.
-Ok.

Después de pedir un deseo nos quedamos los dos un rato en silencio, mientras veíamos las constelaciones y cuerpos celestes asombrarnos con su incesante Danza Astral. Después Wendal me dijo:
-Qué bonito este cielo nocturno Miguel. ¡Cómo brillan esos Soles lejanos que llamáis estrellas! Palidecen por momentos, parece que van a apagarse pero después vuelven a brillar. Como si un viento cósmico soplara su superficie continuamente, creando una coreografía en la Existencia… y esta noche dos mundos lejanos han coincidido para mostrarnos el uno al otro lo mejor de cada uno…
Me gustó su última frase. Desde luego ella era una representante única y magnífica de su Pueblo.
-¿Y en tu mundo no hay estrellas Wental? – pregunté.
-No. El cielo por la noche se vuelve parecido a lo que vosotros llamáis Aurora Boreal y se forman dibujos. También es precioso, pero prácticamente no hay oscuridad, y no se ven estas antorchas lejanas allá arriba.
Seguimos contemplando la armonía de la noche sin hablar, hasta que la Elfa rompió el silencio una vez más.
-¿Y cuéntame Miguel, cómo es ser Mortal?
Entonces dudé por un momento, ya que nunca me había hecho esa pregunta desde esa óptica.
-Pues a veces duele, y tienes miedo de perder las cosas que te importan – cavilé un poco y luego continué – Lo peor de todo Wental es cuando pierdes a alguien que quieres mucho…
Ella notó que mi corazón se afligía en ese momento. Vi como sus ojos se humedecían y me abrazó. Noté su piel cálida. No sabía qué clase de encantamiento o milagro había permitido que este Ser maravilloso se encontrara en este momento conmigo, pero agradecí mentalmente a la Existencia por haberme otorgado este regalo.
Su largo pelo se iluminaba con la luz de una farola lejana y emitía un ligero brillo. Nos miramos y pude contemplar los infinitos matices de sus ojos, salidos de un cuento de hadas. Sus orejas, ligeramente puntiagudas, eran graciosas y me hicieron sonreír con ternura.
Ella me devolvió la sonrisa y acercándose aun más me besó. Y así, cobijados por la intimidad que la Luna y los árboles del parque nos brindaban, pude experimentar lo que era fundirse con una mujer de la noble raza de los Elfos.

Cuando ya se empezaba a atisbar la claridad que precede al alba nos levantamos y la llevé a un mirador del parque desde el cual se ve Madrid en la distancia. Así permanecimos un rato, el uno junto al otro, sin decir nada, solo sintiendo que el final de la noche se acercaba.
-Los humanos tenéis una variedad emocional curiosa, me gusta – dijo Wental – ¿Sabes?… ahora sé lo que quiere decir Alejandro Sanz con su canción. Nunca había sentido esto con un Elfo, no así.
El Sol comenzó a salir, ofreciendo sus majestuosos rayos una vez más.
Nos miramos frente a frente y Wental me cogió de las manos.
-Eres un Ser de Luz. Que el calor de Tormith permanezca siempre contigo – Apretó mis manos con suavidad y me dio un beso.
-Nunca te olvidaré – me dijo.
Después, poco a poco su cuerpo y su imagen se fueron difuminando con la claridad del día hasta que al fin desapareció.
Yo me quedé un rato más mirando como amanecía mi ciudad y luego me dirigí hacia casa.
Esta es la historia de Wental, una mujer inmortal con quien compartí una noche mágica y mortal. Desde entonces, cuando llega el 12 de Agosto y una estrella fugaz surca los cielos nocturnos, aparece en mi hombro derecho el tatuaje de un Dragón y mi alma se ilumina.

Cosas que me han inspirado para este relato:
La mágica canción de La sirena, de Luis Ramiro:
La increíble canción de Alejandro Sanz: Corazón partío: