Dedicado a Alan Moore
El chico estaba enfermo y lo sabía. Lo sabía porque algo dentro de sí mismo se lo decía. Pero también lo anestesiaba… para no oír su voz, para hacerse creer que todo estaba bien, que la maldición estaba fuera de sí mismo, o incluso, que no era real. Pero en el fondo lo sabía… y no era capaz de matarlo, solo de dormirlo. Cada vez tenía que desconectarse con más fuerza… enterrarse más profundamente por medio de más y más ruido, más y más capas, porque esa voz, apenas audible al principio, le hablaba con más fuerza cada día que pasaba.
También sabía que la solución estaba en él mismo. De alguna forma lo intuía… pero para poder ver cuál era la solución era preciso buscarla, y ello requería mirarse, detenerse, oírse, reconocerse… y eso era algo que creía horrorizante…

En realidad el problema era el Conjuro, un encantamiento hecho con palabras que le habían hechizado casi por completo. Y lo malo era que le estaba pasando lo mismo a todas las personas que conocía…
No se sabía bien de donde había surgido el Conjuro, ni cuando había sido pronunciado por primera vez… ¿quizá comenzó cuando éramos más animales que humanos, y finalmente logramos articular una simbología que emanaba de nuestras bocas?

Entonces éramos seres aun sin cultura, no había transmisión de nada humano – al menos que proviniera de palabra alguna – sobre todo porque estábamos naciendo como definitiva y claramente sapiens justo en ese momento. Sin embargo todo cambió con esos extraños sonidos y símbolos. Quizá la primera vez que fueron pronunciados aun no conocíamos su poder, ni dominábamos su forma ni uso… éramos inexpertos… solo seres que habían aprendido a emitir sonidos que señalaban cosas, ya fueran reales o imaginarias….

Hay que decir que los hechizos principalmente nos ayudaban a comunicarnos y que también nos dieron mucho poder. Y fue precisamente ese poder el que hizo que junto con él se extendieran las Artes Oscuras, solapadas en su existencia como el Yin y el Yang, mezcladas bajo su aparente nutrición y bondad, pues nos cegaba su fuerza y fecundidad.
Sin conciencia alguna los fuimos usando, y con ello fuimos creando hechizos, encantando sin saberlo nuestra vida mutuamente, introduciendo capas de símbolos… y algunos estaban malditos… y cuando nos quisimos dar cuenta ya habíamos creado dioses, mitos, reglas y artificios…

Ese hechizo se fue transmitiendo, modificándose…como un virus que se va expandiendo y muta según las necesidades del ambiente, las circunstancias de la vida o las condiciones de su entorno.
Pero también aparecieron los Magos que ofrecían Artes Blancas. Él lo sabía, había visto a alguno de ellos… estos seres poderosos se habían dado cuenta de la existencia de los hechizos, del poder de las palabras… de alguna forma habían logrado separarse un poco de la Magia Negra, y ésta había perdido un poco su poder frente a ellos. Habían Despertado y habían sido capaces de realizar contra-encantamientos a través de heroicas gestas y así mitigar o erradicar algunos hechizos.

Sí. Quizá debía hablar con alguno de esos Magos. O quizá él mismo fuera un Mago…quizá un Mago sin iniciación…o quizá la Magia más potente estaba profundamente encerrada dentro de sí mismo y no necesitaba iniciación alguna…solo bajar a las profundidades del Alma y buscar…caminar hacia abajo con valentía, recordar, reconocer… y encontrar la raíz de los hechizos… y quizá entonces y solo entonces podría comprender su poder y realizar algún encantamiento de destrucción de la Magia Negra…
Sí. Algo en su interior se lo decía. La solución estaba muy dentro. Podía sentirla y le llamaba, como un metal incandescente que palpita emitiendo un sonido en una frecuencia solo audible por lo no consciente, vibrando en un color solo visible por la intuición, pero tan real como las ondas de la vida.

Podía notar ese vínculo, como un cordón de plata que vuela hacia arriba y conecta con la cometa de la conciencia. Los hechizos, por muy potentes que fueran, no habían sido capaces de borrar la Esencia. Solo habían enterrado la semilla, la Emanescencia, la Fulgurancia, la irradiación de la presencia más genuina que es la Verdad del Ser. Y esa Verdad tenía el poder de romper cualquier encantamiento derritiéndolo con su calor, y de hacer brillar la Esencia interna de forma similar al brillo estelar que viaja por el espacio, repartiendo calidez y claridad por el Universo.

Todo eso sabía sin saberlo, lo rozaba sin tocarlo, y lo comprendía sin nombrarlo… porque estaba conectando con un río subterráneo de sabiduría profunda, escondido debajo de la superficialidad de los hechizos que le dominaban…
Y entonces pronunció las palabras, casi sin darse cuenta aparecieron desde algún lugar de si mismo:
Yo me libero. Sano mi SER. Regreso a mí. Todo está bien, está en mi interior. Me ilumino con mi luz.
Y sus palabras crearon realidad.

Cosas que me han inspirado para este relato:
El documental «The mindscape of Alan Moore». Alan Moore es el creador de V de Vendetta, Watchmen entre otros comics de gran éxito.
Libros que te recomiendo:
«Sapiens», de Yuval Noah Harari. Narra la historia de la humanidad de una forma amena e irónica, y con grandes reflexiones a mi juicio. Altamente recomendable:
